viernes, 8 de enero de 2016

Capítulo 7 - H2A

Hola!

Me he propuesto publicar en Wattpad por lo menos tres capítulos de la novela, sin embargo, en el blog significaría demasiado espacio, por lo que iré publicando estos tres últimos días los capítulos 7, 8 y 9, así hasta el domingo.

También es un poco para rellenar el espacio que deja de momento la novela en conjunto que se está publicando en el blog Libros, historias y yo, de Marilo, que está de vaca estos días pero que promete un final electrizante. A que si!!!? 

Bueno, sin más preámbulo, aquí se los dejo:

Capítulo 7
El Lavado de Pies

Mujer lavándose los pies en el río (1894-95), de Camille Pissarro.

Para Hella la semana fue un infierno, puesto que tuvo que encontrase con Anne más veces de las que pudo soportar, ésta le hizo unas pruebas de vestuario y la adiestró en el arte de caminar con zapatos altos, la última experiencia con los estiletos de Vivian había resultado agotadora, además había optado por caminar sólo lo necesario y en cuanto se marchó a atender la emergencia de su madre se los quitó sin ningún remordimiento y anduvo descalza en tanto pudo.
Finalmente la noche del sábado llegó, ella y Charlotte decidieron acudir a un salón que Charlotte solía frecuentar, aunque Hella pensó que no podrían lograr gran cosa con su aspecto. De plano se negó a cortarse el cabello, así que el estilista optó por limpiar un poco sus puntas, aunque a regañadientes, puesto que quería que Hella luciera un corte en capas y tal vez darle un toque más fuerte a su tono rojizo natural, Hella por supuesto lo desestimó y amenazó casi infantilmente con salir corriendo. Charlotte conciliadoramente le pidió a Roberto, su estilista, que se encargara de Hella y que sólo le secaran y alisaran su cabello, además de que le aplicaran un maquillaje sencillo y bastante limpio, haciendo énfasis en sus pómulos y labios.
Al final Charlotte quedó notablemente sorprendida, a pesar de que los cambios no fueron profundos, Hella se veía diferente con un poco de color en su rostro, el maquillaje logró darle un tono más imponente a sus pómulos, su manicura también fue sencilla, ya que el vestido por si solo debía llamar la atención.
Cuando Hella y Charlotte llegaron al departamento de la primera se acicalaron un poco, Charlotte ayudó a Hella a vestirse ya que parecía demorarse demasiado y Hella le aclaró que no estaba acostumbrada a arreglarse de esa forma.
   —Bueno, parece que estas lista, te ves radiante —le dijo Charlotte con expresión cariñosa y un deje de fascinación —. ¿Qué aretes piensas llevar? — La urgió.
   —¡Oh! Vivian me prestó unos que van con éste estilo, los compró en India, los tengo por algún lugar.
   —Bien, búscalos que yo voy a llamar al taxi.
   —Pensé que Scott nos llevaría. — Charlotte llevaba un año saliendo con Scott Parker, lo había conocido en un bar que frecuentaba. Cuando se lo contó a Hella ésta tuvo sus dudas, ya que Charlotte le había dicho que prácticamente la había acosado, la persiguió a su departamento, luego le envió flores por una semana a la oficina, ellas no tenían idea de cómo había obtenido la dirección, pero cuando finalmente lo conoció le pareció un sujeto perfectamente normal, aunque romántico empedernido, parecía real y profundamente enamorado de Charlotte. El único inconveniente es que Scott provenía de una familia rica, por lo que pertenecían a mundos diferentes; sin embargo, él, quien se dedicaba a la construcción, era un sujeto bastante independiente y hacía feliz a su amiga, que era lo que realmente le importaba.
   —No, está ocupado con un proyecto —respondió Charlotte con un suspiro resignado.
   —Entiendo, están peleados. — La observó con recelo.
      —No, cuando termine el evento me llevará a cenar a un lugar que quiere que conozca. — Sonrió ensoñadoramente, abrazándose a sí misma.
Diez minutos después el taxi llegaba a recogerlas. Cuando finalmente pudieron acercarse al lugar, abarrotado de limosinas y autos lujosos, pidieron al taxista que las dejara salir justo a unos pasos de la entrada, al llegar presentaron sus invitaciones, Hella llevaba consigo su Nikon, pero los de seguridad la tomaron en custodia a pesar de que ésta les explicó que contaba con la autorización necesaria, «sino no llevaría mi equipo, era lógico», pensó mientras ponía los ojos en blanco.
Pero estos se negaron rotundamente, hasta tanto no les  giraran instrucciones de lo contrario. Hella visiblemente molesta les prometió que regresaría.
   —Hella, por favor ¡No insistas! — Charlotte la tomó del brazo y la introdujo dentro del hall—. ¿Quieres que nos saquen a nosotras también? — La miro ceñuda.
   —Es que creí que el señor Manners habría dispuesto todo para que me permitieran ingresar el equipo. — Rodó los ojos.
   —No me mires de esa forma señorita, no soy la culpable, en cuanto entremos. — Suspiró con impaciencia—. Podrás conversar con el señor Manners. Ahora vamos que se nos va a hacer tarde. ¡Uyy! Que emoción.
  —¡Está bien! — Hella frunció el ceño disgustada con la idea de tener que dejar su querida cámara en manos de esos granujas y exhalando de forma muy poco femenina, le restó importancia a la emoción extrema de Charlotte.
Al entrar al salón principal ambas se sintieron abrumadas por tanto esplendor. La sala estaba llena de obras de arte y la iluminación era exquisita. El salón vestido de paneles de madera dorada, crudo y mármol verde, rematado con pilastras de cornisas ornamentadas con hojas de oro, completamente adosado, rematado con dos enormes lámparas colgantes de cristal, justo debajo de las cúpulas, y pequeñas lámparas en forma de candelabro en las paredes, todo al más puro estilo art déco. De fondo ya se podía percibir el sonido de la pequeña orquesta de cámara, que se encontraba presumiblemente haciendo los últimos arreglos, ya que los deleitaría esa noche con un concierto de nomás de una hora. De modo que la noche ofrecía grandes placeres para Hella, quien de vez en cuando se sumergía en sus novelas inglesas del siglo XIX y aunque no lo reflejara en público, era un alma romántica.
   —Ven Hella, divirtámonos un poco ¿Te gustaría algo de champán? — Preguntó Charlotte exultante.
Hella entornó los ojos
   —Recuerda que estamos aquí trabajando, no hemos venido a divertirnos.
   —Pero no todo es trabajo —complementó Charlotte astutamente—. Después de todo debemos captar todo lo que sucede alrededor, mezclarnos un poco con la gente pija y famosa.
   —Creí que ya tenías bastante con la gente pija —ironizó, Charlotte rodó los ojos y negó con la cabeza.
   —Bueno, cuando estoy con Scott no puedo relajarme, no quiero que él se avergüence de mí o que su familia tenga una excusa para indisponerme con él. — Le guiñó el ojo.
   —Bien, entonces daré una vuelta, quiero ver que obras están exponiendo hoy.
   —¿Nos vemos entonces en 10 minutos Hella? ¿Te parece eso bien?
   —Sí, y recuerda, no te mezcles demasiado ni llames tanto la atención.
—¡Entendido jefa! —exclamó Charlotte con un reverencial y adusto saludo militar y luego sonrió, le dio una palmada en el hombro y se alejó.


****
Hella avistó a Charlotte junto a tres individuos conversando muy animadamente.
   —¿Charlotte? la llamó, acercándose hasta donde se encontraban y la tomó del brazo—. Disculpen caballeros pero me llevaré a mi amiga, la necesito un momento. Se la llevó a un lado—. ¿Pero qué demonios estabas pensando? Te pedí que no te entretuvieras demasiado ¿Sabes lo que pasaría si Scott te viera acompañada de esos sujetos? Le dijo molesta e inquieta.
   —¡Sólo estábamos conversando! Dios ¿quién piensas que soy? Se defendió un tanto alterada y molesta con la actitud de su amiga—. Además, Scott es tan celoso que de estar aquí pasaría toda la velada encima de mí y no me permitiría compartir con nadie más ¿Acaso se pusieron de acuerdo? Hella, no soy una niña.
   —Lo sé, pero jamás creí que Scott no te dejara respirar respondió un poco avergonzada.
   Bueno, no es que me desagrade estar con él, lo amo, ya lo sabes, pero en ocasiones es tan absorbente, siento que no confía en mí. Agregó un tanto triste.
   —Lo siento, pero acabo de cruzarme con el señor Manners y vine por ti porque ya es tiempo de trabajar.
   —Sí, sí, lo siento, ¿dónde se encuentra él? Se disculpó ya un poco más tranquila.
   —Dijo que nos encontraríamos en el vestíbulo principal, él fue por mi equipo.
Cuando llegaron al vestíbulo Charles ya se encontraba esperándolas, se acercaron a saludarlo. Hella procedió a presentarlos.
   —Señor Manners, le presento a Charlotte Williams, mi compañera de equipo.
   —Un verdadero placer señorita Williams respondió Charles y elegantemente tomó su mano y besó su palma.
Hella se percató de como su amiga se sonrojó de inmediato, totalmente cautivada. No pudo evitar poner sus ojos en blanco.
   —Señor Manners respondió a su vez Charlotte—. El placer es sólo mío. Agradecemos enormemente el que nos permita el acceso total al evento. Sonrió y pestañeó seductoramente. Charles le devolvió una sonrisa cautivante.
   —Para mí es un placer y por favor no duden en solicitar lo que deseen, estoy para servirlas.
   —¡Oh! Señor Manners, siempre tan encantador señaló Hella en tono exasperado.
   —Realmente no logro complacerla jamás ¿no? Añadió él en un tono que le pareció displicente. Charlotte rodó los ojos a Hella y por un momento el aire se hizo pesado.
   —Bien, creo que es hora de trabajar indicó Charlotte, un poco para distender la animosidad del momento—. ¿Podría indicarnos señor Manners un lugar donde podamos hacerle unas preguntas y tomar algunas fotografías?
   —Por supuesto, síganme señoritas. Les indicó con una mano para que lo siguieran.
Charles las condujo a una pequeña oficina o salón y les pidió que se sentaran mientras iba por su madre. En ese instante Charlotte pensó que podía tener unas palabras con su compañera. Apenas éste cerró la puerta, Charlotte se colocó frente a Hella con las manos en jarras y los ojos entornados.
   —Pero ¿qué rayos te ocurre? Le recriminó
   —¿De qué habla señorita Williams? Rodó los ojos una vez más.
   —¿Por qué tienes esa actitud con el sujeto? Deberías estar agradecida por el favor que nos hace.
   —¿Y debo coquetear con él también? —respondió cruzándose de brazos—. Claro que no, que tonta, jamás se fijaría siquiera en mí. Rodó los ojos.
   —¿De qué hablas? preguntó Charlotte inquisitivamente.
   —Ya… entiendo que es un hombre atractivo, elegante, de modales fáciles, pero en serio ¡dabas pena! Levantó su ceja arrogantemente.
   —¿Qué te pasa Hella? Sólo trato de actuar agradecida y cordialmente ¡Que es más de lo que tú has hecho! respondió indignada.
   —Le estabas coqueteando Charlotte ¿Acaso me crees estúpida? añadió muy ceñuda.
   —Realmente creo que estás muerta en vida mujer respondió ésta mientras que Hella no pudo contener su expresión de sorpresa y estupor—. Es un hombre irresistible, una obra de arte hecha carne ¿Cómo no puedes verlo?
   —Dijiste que actuaríamos profesionalmente, además, ni soñaría que un hombre como ese se fijaría en mí, por eso no pierdo mi tiempo. Y tú querida reportera, estas comprometida con un hombre, asfixiante sí, pero que te ama incondicionalmente. Añadió ahora cada vez más impaciente.
   Ehhh, tienes razón respondió Charlotte sin poder ocultar su vergüenza—. Es que el hombre te deja sin aliento, hace que olvides hasta tu propio nombre, si no nos presentas pues habría corrido el riesgo de quedar como una tonta.
   —Créeme Charlotte, te viste como una tonta coqueta, estás loca realmente. Y en ese instante ambas rieron, dejando de lado la discusión.
****
Mientras tanto Charles, quien se encontraba en la búsqueda de su madre, se sentía tenso. Hella era tan indiferente, como si le desagradara su presencia. Había algo en ella que llamaba su atención poderosamente, que lo mantenía fascinado, aunque se fingía totalmente impasible, sin embargo, ella parecía inmune a sus encantos. No es que él se propusiera conquistarla. De hecho no era el tipo de mujer que él consideraría para una eventual aventura amorosa, pero, algo en ella lo hacía pensar, siquiera soñar. Y eso era lo que había estado haciendo la última semana, recordando su conversación en el pequeño y acogedor balcón. La expresión de sus ojos verdes algo tristes y en ocasiones risueños, su sonrisa dulce y su figura frágil y desgarbada. No podía sacársela de la mente y había luchado contra ello, los días se hicieron más largos y pesados y no sintió el deseo de encontrarse con ninguna mujer. Cuando por fin había llegado ese día y estaba seguro de que la vería, todo le parecía de alguna manera más claro, todo tenía mejor sabor y color. Esperó hasta verla entrar al salón y sus ojos apenas se desviaron de ella, hasta que encontró las fuerzas para acercarse y saludarla.
Se sentía como un perfecto imbécil, como un tonto adolescente, pero le gustaba esa sensación. Era algo nuevo para él, jamás había experimentado esa clase de sensaciones con ninguna otra mujer. De alguna forma lo hacía sentir más… vivo.





Nota: En realidad, el cuadro al que se hace mención, que es precisamente el que se muestra arriba, se titula Mujer Joven lavándose los pies, pero que algunos llaman El Lavado de pies, que tiene digamos un gemelo titulado de manera diferente, es una bañista y está desnuda en ésta ocasión, parece que Pissarro estaba un poco obsesionado con la imagen, quien sabe, pero bueno, Charles Manners es un coleccionista bastante aplicado. Espero les haya gustado!!!

4 comentarios:

  1. ¡¡Hola!!
    Me gustó mucho este capítulo pero voy a volver atrás para conocer bien la historia. Escribes muy bien, felicidades!!
    Un beso!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Guadalupe, gracias, eso me anima muchísimo, no te imaginas!
      Besos!!!

      Borrar
  2. Hola!! Yo me he animado a publicar también en Wattpad. Espero que la novela la siga mucha gente :) un beso

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Almu! Te he pedido el usuario y no me lo pasas, jejeje, sino cómo te sigo y te leo?!
      Saludos!!!

      Borrar